sábado, 21 de julio de 2007

“La ciudad inmersa en una nebuloza de húmedad penetra las cabezas subordinándose a las estructuras. Cuando esto sucede la improvisación no tiene lugar, la creación absoluta de lo espontáneo va muriendo, como ahogándose. Las mentes de la urbe yacen húmedas, ellas son la leña, ya no hay bosque, imposible encender una hoguera. Ésta leña solo puede encender rociándose con alcohol u otros estimulantes que exalten toda forma de razonamiento y percepción de la realidad, lastimosa o agradable.”

Gracias a mi búsqueda expeditiva de historias con individuos loables que han podido expresar sus ideales en contra de la inmensa avaláncha de ignorancia me encontré con una experiencia muy peculiar. Se llamaba Richard Llave, él era una persona que parecía tan dormido en sus acciones, parecía totalmente evadido de su realidad, como si no la quisiera reconocer. En sus conversaciones se iba volando tan lejos que a veces no podía entender con claridad sus explicaciones o hasta él mismo no encontraba la manera de hacer elocuentes sus palabras frente a mi ignorancia, su vuelo era tan alto en ocasiones, que no se podían alcanzar sus pensamientos, incluso creo que hasta ni el mísmo se daba cuenta de lo que formaban sus metáforas, era un individuo tan expresivo de su inconsiente que terminaba enredándose entre sus própias palabras. Pero siempre lograbamos llegar a una buena conclusión, trabajosamente. Richard tenía caracteristicas de filósofo, de psicólogo , de sociologo , abarcaba una serie de cualidades que pocas personas pueden reunir. Lo extraño es que no habia radicado todo su conocimiento en ningún título universitario, era una persona con poca constancia y por sobre todas las cosas, excesiva cíclotimia, como si alguién le hubiese prestado el tiempo en esta tierra, se veía acelerado por expresar sus sentimientos a quién sea, el mismo decía que estaba viviendo en un puente de diez años en los cuales debía dar todo por la humanidad. Aunque el no era tan ingenuo de asegurar que quería cambiar el mundo, no estaba en sus manos, sino que necesitaba muchas más, la expanción demográfica del ser humano así lo demandaba.
Una noche, en los últimos años de su vida, me contó el secreto de su triunfor personal. El se hacía llamar leñador, decía todo el tiempo que era un buscador intensivo de leña seca en la ciudad, su propósito era encender fuego toda la urbanización. Richard decía que los primeros años fué costoso encontrar idónea madera, había mucho semento con sustancias húmedas que el fuego no podía alimentar. El creía que sus palabras, sus diálogos, sus expreciones, sus canciones, sus poemas, sus historias, sus acciones eran la chispa adecuada para lograrlo , pero el tiempo le hizo dar cuenta que necesitaba un plus, un sóplo de viento que alterara la llama. Comenzó a buscar en lugares más suburbanos, en rincones oscuros, sucuchos donde las personas se mantienen cautivas de la hepidemia que rondeaba la pesada y denza atmósfera ciudadana. Aquí encontró leña seca, de a poco fué logrando generar pequeños fogones donde las personas se sentían identificadas, eran verdaderos rituales que el disfrutaba mucho, participaban todos los espectadores sin necesidad de danzar. De esta manera fue acumulando un sentido gregario que se expandió por diversos antros de la ciudad de Buenos Aires. El juntaba tribus de su misma espécie, todo con mucha cautela y precaución, sin esforzar ninguna revolución desde su ámbito artístico, solo esperaba el momento más cercano al molde para dar el impácto fatal, como hacen los grandes maestros del arte marcial. El tiempo fue pasando , sus expreciones se iban expandiendo por diferentes sectores de la población, su nombre ya era reconocido, el fuego iba encendiendose de a poco, parecía que ya había encontrado la verdadera leña seca. Lo atormentaron varias lluvías pero el supo cubrirse, lo buscaron intensamente por acusarlo de cínico viajante e inmoral que corrompe la “educación de la sociedad”. Sus poemas eran demasiado críticos a los gobiernos soberanos, a los sistemas educativos, y otros tantos temas mas deteriorados y olvidados, parecían demasiado pesimístas, pero doy fé de que eran muy realistas.
Richard gracias a sus rituales y a los buenos oídos logro demostrar una nueva forma de expreción, su improvisación despertaba los sentidos de la gente atenta , de la leña seca, encendió una hoguera tan grande que la ciudad en cenizas quedó. Instauró un nuevo bosque en los bloques de semento que ya eran yacimientos de un viejo pasado, dejó sus legajos donde pide por favor que sigan sus ideas, que las deformen y que vuelvan a crear nuevas ilusiones, que hagan vivir a los individuos, que no los dejen morir.
Este acontecimiento acaecído se repartió por toda la globalización y muchos representantes tomaron su modelo, de este modo varias ciudades del mundo fueron desapareciendo, fue como volver cíclicamente a un estado primitivo de millones de años atrás. Richard solo quizo incendiar una ciudad, no tenía en sus planes hacerlo en el mundo entero, pero sin darse cuenta, sorpresivamente lo logró. ¿Que diría si estuviese vivo? Supongo que nada porque estaría tan concentrado en su labor que no daría cuenta de ello. Como un pirómano seguiría quemando todo rincón que este inundado de pantanos culturales donde reine la mediocridad e ignorancia.
En sus últimas palabras me dijo que él tenía esa necesidad imperiosa, porque no le gustaba ver a las personas muertas como simple intrumentos y objetos manejados por algún ente, hizo dar cuenta a más de uno que todos tenemos un Dios en nuestro interior, que todos tenemos la capacidad de evolucionar lo que nos imponen, nos dió la certeza de la fé y la esperanza, su trabajo fué intenso, pero con la ayuda del tiempo y la falta de apatía (reina de la humedad) lo logró. Richard reclamaba a las personas que se quedaban encerradas en su cama los días de lluvia, pedían que salgan afuera a buscar los leños secos para guardarlos. El desgáno era el arma primordial de los gobernantes para mantener a las personas alienadas, atomizadas, muertas.
Él incentivo a muchos individuos, les dió la chispa adecuada en sus espíritu, sin duda que Richard fué un verdadero profeta, como tantos otros en la historia. Con sus expreciones me dejo muy claro que todavía hay muchos mesías más que preparan el éxodo en su interior, solo que se retienen y se acomodan en sus casas por simple miedo al trabajo de tener que enceder fuego una ciudad entera.

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